martes, 7 de febrero de 2012

Ayer fue el cumpleaños de Silvana

Le felicito a Silvana el Cumpleaños, lo siento que no tengo feisbu. Lo tuve que sacar, querida, porque me he dado cuenta de que soy un auténtico vicioso. Sí: en algunas de estas notas he escrito, alguna vez, aparte de muchas bobadas, o también muchas cosas interesantes, pero que no tienen, como dice Gurdijeff, mucha ciencia de análisis. He escrito, decía, que reniego del feisbu. Es verdad, no deja de ser verdad. No me gusta, es más, me hace mal. Aunque, de todas formas, no le estaré del todo desagradecido, porque alguna diversión extra me ha causado. Pero nada más. Por eso, me gusta todo esto. Me gusta el hecho de estar embarrado en estas cuestiones, y otras muchas más. Me gusta tener el tiempo necesario para perder en situaciones y amoríos infantiles. Creo que así llegaré mucho antes a comprender el carácter de un escritor como Onetti, por ejemplo.
Entonces, de todas formas, soy un entusiasta, sí, vamos a decirlo; no hay duda, por lo menos a mí no me queda ninguna, ni para regalar. Pero son entusiasmamientos peligrosos, carajo.
Bueno, de todas formas, saludos a mi compañera antigua, si alguna vez me vuelve a leer. Y al cornudo de su marido..buen, esto no tendría que ponerlo, Silvana, la verdad, perdoname, que en esta nota dedicada a tí, tengo que hacer referencia y ajustar viejos pleitos, pero son de hace dos días. En cambio, hay con quien he quedado muy bien, como contigo, así que eso hay que celebrarlo. No todos los días se puede comenzar y terminar una relación. Así que, dado el tiempo que ha pasado, te puedo decir que sos de lo mejorcito que he conocido. No con ánimo de ofender, ni de robarle a tu hombre su pajarito. No, válgame dios, eso no lo suelo hacer, sino en situaciones en que hay que salvar a la dama del precipicio. Aunque, en todo caso, el salvarla me coloque, inmediatamente, a mí en ese abismo. Pero no hay problema, uno es hombre para esto. Así es que, de vez en cuando, uno se puede, también, permitir ciertos lujos. Lujazos, diría yo. Uno, o dos. Más no.
Ah, por cierto, por si me quiere venir a buscar el marido feliz, decirle que le estoy muy agradecido, de haberme sacado el peso de encima. O de abajo. Gracias, nuevamente.
Bueno, no creo que al final tenga el poco estómago como para invitarte a entrar en esta dirección. No porque uno se pueda esconder detrás de la pantalla, puede poner lo que se le antoja. Esto me lo tenía que haber dicho a mí mismo, en el momento de hablar por el feisbu. Tanto por mí como por mi contrincante. Pero qué se le va a hacer..la vida es así.